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Círculo protector

Sara Valentina Espitia Téllez
Acogidos en hogares de paso y protegidos por familias temporales, los niños son sometidos a la crianza fuera de sus hogares, impidiendo su crecimiento normal y un desarrollo psicológico saludable.

Una niñez que crece entre continuas mudanzas, familias transitorias y constante papeleo. Entornos violentos, en muchos casos marcados por el conflicto armado y la inequidad del país, han dejado marcas en miles de niños en una cultura en que la violencia no solo es natural, sino que se cree que es la mejor manera de crianza. Ante las agresiones, un niño puede pasar mucho tiempo en instituciones que se convierten en su nuevo hogar.


Muchas son las madres que pueden pasar por la vida de un niño antes de ser reintegrado a su hogar o adoptado, la constante inestabilidad y desvinculación emocional marca tanto la vida de las madres sustitutas como las de los niños. Madres de profesión, dedican su esfuerzo a mejorar la calidad de vida de los pequeños mientras, desde la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Externado, se pretende brindar alternativas de protección infantil para regresar a los niños a su hogar de origen.

Un mundo inseguro:

La crianza define cómo los niños perciben el mundo, y a pesar del esfuerzo de las instituciones por vigilar y controlar los procesos en los hogares de paso, los niños tienen una carga de estrés muy alta, sensación de conflicto y traición por parte de sus familiares; mediados por la hormona de la adrenalina y el cortisol. Con ello, el desarrollo del niño, se ve fuertemente atravesado por los efectos de una sensación de hostilidad que el cerebro replica en su vida adulta.

Hijos prestados:

Las madres sustitutas reconocen la complejidad emocional que genera en los niños vivir en hogares ajenos. “Llegan niños con dificultades, ¡muchísimas!. Llegan con problemas de drogadicción, con las marcas que deja una violación, con problemas de descuido de los padres. Entonces uno tiene que acogerlos en su casa para cuidarlos mejor que los hijos de uno”, dice Mercedes, una de las madres sustitutas a quien modifiqué el nombre para proteger su identidad. 

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